Igual que con las bodas, donde dicen que de una boda surge otra, con los viajes suele pasar lo mismo, y de un viaje sale otro viaje. Eso fue exactamente lo que sucedió con esta ruta por Estados Unidos. Durante ese verano loco de 2008, donde unos cuantos decidimos cruzar medio mundo para llegar a Mongolia, conocí a Jorge. Si habéis leído el (diario de viaje del Mongol Rally), os habréis dado cuenta de que tampoco nos hizo falta mucho contacto. Si no lo habéis leído, os lo recomiendo.
El caso es que dependiendo de la ruta de cada uno, íbamos coincidiendo unos días aquí, otros allá…Podíamos compartir carretera varios días, pero luego la aventura nos llevaba por otro camino, o no nos volvíamos a ver. El destino quiso que compartiéramos un par de noches en el desierto Kazajo. Tiempo más que de sobra para empezar a hablar de ideas o proyectos.
De entre todas las burradas inimaginables que soltamos por la boca, surgió la idea de atravesar EEUU en coche. Un road trip recorriendo los parques nacionales, una parte de la famosa ruta 66, alguna ciudad importante y zonas rurales. Creo que era una idea que muchos de nosotros ya la habíamos valorado, pero tan sólo necesitábamos un pequeño empujón para realizarla.
Una vez sobrevivido al Mongol Rally, nos dimos un tiempo prudencial para aclimatarnos a la vida cotidiana otra vez, y nos pusimos manos a la obra.
Un mes de ruta de costa a costa
El viaje estaba abierto a todo aquel que quisiera participar y tuviera el tiempo necesario para ejecutarlo durante todo el mes de Agosto. De los interesados que previamente se apuntaron, quedamos ocho. Curiosamente fueron 7 riojanos y un gallego.
El grupo acabó formado por dos variantes: Por un lado yo, que conocía a Jorge, el cual iba a viajar con su novia y su hermana. El resto de personas eran amigos de su hermana. Podía salir bien, mal o regular. Un mes viajando con gente desconocida es siempre un arma de doble filo. Por suerte todo salió perfecto, manteniendo una gran amistad a pesar de la distancia y los años.
Durante los meses previos fuimos concretando reuniones, para ir definiendo el viaje: rutas, ciudades que visitar, alquiler de coches, parques nacionales, etc. Esas reuniones sirvieron también para que muchos se fueran conociendo entre ellos. A una de esas últimas reuniones, me incorporé yo. Con mi visita a Logroño cerrábamos el círculo, quedando todas las presentaciones realizadas.
Nos encontrarnos el día antes de salir en Madrid. Ellos llegarían en autobús desde Logroño, y yo en avión desde Vigo. Por delante, todo un mes para conocer un país enorme y conocernos también entre nosotros.