Día 7
5/8/09
No hemos dormido tan mal para se la primera noche en la tienda de campaña. He compartido espacio con Javi, y se ha portado muy bien: no ha roncado, no me ha tocado, ni nada de nada jeje.
Ante la insistencia del grueso del grupo en marcharnos sin pagar, doy mi opinión y les expongo que mis datos están reflejados en la hoja de entrada, y que total por 27$ en total, tampoco compensa jugársela y probar a ver como se lo toman si se enteran. Así que nos metemos en la oficina, y le explicamos a la chica que allí estaba lo que nos pasó la noche anterior ( llegamos tarde, somos turistas, no sabemos inglés, bla,bla,bla) la mujer, puso cara como de no saber nada de nada, nos cobró los 27$ y nosotros nos fuímos mas contentos que poco.
A medida que nos vamos adentrando más en el país, empezamos a sentirnos ya más partícipes de nuestro viaje. El paisaje es mas rural ya: muchísimos campos cultivados, algún monte, casas de madera unifamiliares,etc. Y la gente empieza a ser ya como lo que vemos desde Europa : Esos hombres de 40/50 años, con su camisa de cuadros, conduciendo su camioneta con el perro en la parte trasera, etc. También me llama mucho la atención el tráfico que hay por las carreteras Interestatales ( el semejante a las autovías europeas ), la gran cantidad de camiones enormes, todos pintados de colores y con remolques a los que no se le ve el final.
Estamos adaptándonos poco a poco a la conducción en este país, y si conducir un coche automático no tiene ningún tipo de complicación, circular ya es otra cosa. Cualquier vehículo puede adelantar por la derecha o la izquierda indistintamente, por tanto hay que estar muy atento a por donde aparecen. Incluso en algunas ocasiones, uno se llega a ver en el medio de dos camiones enormes que adelantan por ambos lados. También nos tomamos bastante en serio las normas y límites de circulación ( por el momento ) nos han contado que soy bastante estrictos si te «cazan» excediéndote el límite, pero por lo que hemos visto hasta ahora, pocos somos los que lo respetamos.
Otra cosa agradable de ver y un tanto sorprendente, es la cantidad de moteros que nos adelantan; motos grandes, más pequeñas, con tres ruedas, y todos con su cazadora de cuero y sin casco !!! En este país tan sólo en algunos estados es obligatorio el uso del casco, así que todos van como les da la gana.
El resto del día no tuvo mucho más de interesante, salvo la banda sonora que Fran nos quiso imponer en el coche: Los grandes éxitos de Camela….por suerte se olvidó el cargador del mp3 en casa, así que sólo sufriríamos el castigo hasta que se le acabara la batería. La tarde se hizo amena, porque hemos decidido para cada 2 horas aproximadamente para descansar, estirar las piernas, cambiar de conductor y también que los fumadores compulsivos ( como Javi y Cristian ) sacien su vicio. Ese es el trato: nosotros paramos cada un par de horas, más o menos y ellos no fuman dentro del coche.
Llegamos a los alrededores de Chicago con la noche ya encima. Con Fran al volante y yo de copiloto con el mapa. La entrada no resultó tan sencilla como la de Washington, más que nada porque nuestro albergue estaba en el centro de la ciudad y el mapa que nosotros teníamos nombraba las calles de forma muy superficial, tanto que justo en la zona de Downtown no aparecían ni las calles ni los nombres. Al entrar en la ciudad por la interestatal, nos salimos hacia una vía de servicio por miedo a pasarnos la entrada y no poder dar vuelta después, la zona que atravesamos no nos ofrecía ninguna confianza: todo oscuro, muy sucio, con gente extraña, etc. Llegamos por fin al centro y tuvimos que preguntar varias veces como llegar hasta la calle donde se ubicaba el albergue. Como siempre, unos te indicaban a la derecha y otros a la izquierda o no sabían de que les estabas hablando, así que tardamos más de 1 hora y de casualidad en encontrar el sitio.
Nos organizamos para que mientras Jorge y el resto, hacían el check-in, Fran y yo buscábamos un sitio donde aparcar los coches hasta la mañana siguiente como poco. La sorpresa llegó cuando nos metimos de lleno en el caos de circulación que tiene esta ciudad. Mientras íbamos buscando un parking o similar, los semáforos y las señales de dirección obligatoria nos estaban dirigiendo hacia la salida del centro, y cada vez estábamos más perdidos. Yo iba conduciendo delante y Fran detrás, nos metimos en una calle que daba a la avenida principal, para volver a buscar la calle donde nos íbamos a hospedar. De repente, un hombre negro ( Somos los únicos blancos que están en Chicago a estas horas ) que iba conduciendo se pone enfrente de mí, y se echa las manos a la cabeza…..Estábamos en el carril contrario !!! Era una calle de dos direcciónes que nosotros habíamos hecho de una sola jajajaja.
Encontrar un sitio donde dejar el coche en Chicago por la noche no es ni fácil ni barato. Hay unas cuantas parcelas entre los edificios, rodeadas de valla de alambrada y con una caja, donde la gente aparca el coche durante el día y paga por horas. Por la noche estas parcelas están abiertas, y ningún osado se atreve a dejar el coche ahí, nosotros no íbamos a ser menos. Ante la situación desesperada, entramos en un parking ( de los de siempre ) a preguntar precios para dejar el coche hasta el día siguiente por la mañana ( unas 6 horas ), el precio nos abrió los ojos como platos: 40 dólares por coche !!!! . En la calle tampoco lo podíamos dejar, porque también tienen zona azul por las noches … ( 3 dólares la hora ). Al final y después de dar muchas vueltas y tener un desencuentro con un indigente un poco pesado, los dejamos en un parking de esos de 35$ hasta las 8:00 am. Por cierto, en esos sitios te hacen bajarte del coche y ellos se encargan de aparcártelo y devolvértelo al día siguiente en la entrada, da igual tu nivel adquisitivo o modelo que coche conduzcas, aunque pensándolo bien, por esos precios es lo menos que deberían de hacer.
La primera toma de contacto peatonal con Chicago no nos ofreció mucha confianza la verdad. El pequeño paseo hasta el albergue ( un par de manzanas ) nos fue suficiente para observar como la primera impresión de la ciudad es algo más que mala: Indigentes por la calle, vagabundos, gente pidiendo dinero,etc.
Cuando llegamos al albergue, la cosa se seguía torciendo. Al parecer nos estaban cobrando más de lo que nos habían mandado por mail cuando Jorge efectuó la reserva, la cantidad no era gran cosa, pero si lo suficientemente importante como para llevarnos una sorpresa y descuadrarnos un poco las cuentas que llevábamos hasta el momento. Nos dieron una habitación para los ocho, que daba a una de las calles laterales del edificio. A la altura del cuarto piso ( casi a la par de nuestra ventana ) pasan las vías del tren urbano que recorre el centro haciendo un cuadrado entre varias manzanas, cada vez que pasa retiemblan las ventanas….
Salimos a cenar algo, pero a las horas que eran estaba todo cerrado, y los lugares que había para poder comer algo eran sumamente caros ( ya habíamos pagado bastante de alojamiento ), después de un buen rato dando vueltas y comprobando como la primera impresión de Chicago no era equivocada, encontramos un lugar llamado 7eleven ( parecido a un 24 horas ) donde pudimos comprar unos sandwiches precocinados y unas patatillas. Eso fue lo que cenamos antes de irnos de vuelta al albergue, y meternos en la cama para dejar atrás este día que terminó de forma infernal.
Chicago me recuerda a Baku ( Capital de Azerbaiján ), espero que la semejanza esté sólo en mi cabeza, porque sino ya nos podemos ir preparando…..