La primera imagen tenemos nada más levantarnos, no dista mucho de la que nos pareció la noche anterior. Podríamos llamarlo desolación… Un silencio y una estampa de asentamiento abandonado reina en el ambiente. De momento no tenemos luz eléctrica, pues el generador todavía está apagado

La niebla está muy baja y apenas podemos ver a diez metros de distancia. El sonido de las olas que rompen en la orilla y el vacío alrededor…me vuelve a dar la impresión de que puede ser cualquier parte del mundo, pero a la vez no se dónde estoy. Parece mentira con este clima, pero tenemos el desierto a menos de 3 horas de distancia

Alguien sabe dónde estamos?

Con la luz del día el lugar tampoco mejoraba 
La ducha, igual en otro momento…

Antes de desayunar y tomar nuestra pastilla diaria, bajamos a la playa y nos acercamos a la orilla. El mar está bastante revuelto, con olas muy grandes, de esas que arrastran y hacen remolino, no recomendable darse un baño matutino, como era mi intención.

La playa tiene muchisma pendiente, lo que me hace pensar que el mar escarba bastante. Seguramente donde rompen las olas pueda haber entre 7 u 8 metros de profundidad. Encontramos cientos de cáscaras de mejillones en la arena. De color blanco en su mayor parte y de un tamaño como no había visto antes. Fácilmente dos o tres veces más grandes que cualquier mejillón que podemos comprar o comer en España.

La niebla rodea el ambiente, lo que unido al sonido de las olas que rompen en la orilla, me vuelve a dar la impresión de que puedo estar en cualquier parte del mundo, y con el desierto a apenas 3 horas de distancia.

El Océano Atlántico y la zona de camping. Las tiendas no hubieran resistido al viento ni con nosotros dentro.

 

Costa de los Esqueletos

Sin apenas tiempo para desperezarnos dentro del coche, llegamos a las puertas de la Costa de los Esqueletos. Unas calaveras y unas costillas de ballena nos daban la bienvenida. Tras el pago de la entrada y el registro de datos, que es algo que gusta mucho en este país: rellenar un papel con datos personales y dirección completa… Acaso me van a mandar una carta ?? Revisamos los carteles de información y tras la apertura de la puerta por parte del guarda, nos adentramos en la desconocida Costa de los Esqueletos

La costa de los esqueletos es llamada así por su tenebroso y no tan lejano pasado. 
 
En una época donde los marinos no tenían sistemas de navegación e información para evitar tormentas, la costa Atlántica y las playas Namibias eran el destino de cientos de barcos que no lograban superar las tempestades. 
 
Los que lograban sobrevivir y el mar expulsaba con vida, se encontraban en la playa un calor sofocante y otro naufragio, en forma de grandes dunas y un océano desértico detrás.
 
Como siempre suele pasar, el nombre no es puesto por casualidad. Restos de barcos varados en la arena y esqueletos humanos eran encontrados constantemente tanto en las playas como en las dunas de la cosa Namibia. 
 
Sin lugar a dudas uno de las zonas más temidas por cualquier navegante. 
 

Cruzar esa puerta significa literalmente entrar en lo desconocido bajo tu propia responsabilidad.

Nuevamente encontramos pistas de barro y grava bastante deslizante. En ocasiones tenemos que reducir bastante la velocidad para evitar sustos. Mientras tanto, nos entretenemos leyendo las indicaciones que nos han dado en unos folletos: Recomiendan no alejarse mucho del coche, pues diversos tipos de animales se han adaptado a este clima y viven dentro del Parque Nacional (Hienas, Leopardos, Elefantes, etc. )

Son kilómetros y kilómetros de un paraje inhóspito
Restos de huesos de animales forman la decoración de la oficina del parque.

Todas las recomendaciones se quedan en el olvido, cuando paramos delante del primer resto de un barco en la playa. Un motor y lo que una vez fue la proa, seguían enterrados en la arena, con las redes y otros restos.

 Hicimos fotos durante varios minutos, y de repente me doy cuenta que en el suelo hay unas huellas como de perro, ¿Aquí no hay perros no?

Pues si es un perro, tiene que ser un perrito más que grande, fíjate el tamaño de las huellas – comento con Jorge. Después de eso, nos apuramos en volver a los coches, porque con la emoción de los restos del barco, estábamos a más de 20 metros de distancia.

Los restos de un antiguo naufragio todavía perduran en la playa. Seguramente muchos más estén enterrados bajo nuestros pies...

Esta parte de la Costa de los Esqueletos es bastante monótona. Lo único que vemos son pistas rectas y pocas vistas espectaculares o zonas marítimas a destacar. Más tarde descubrimos (aunque ya nos lo imaginábamos) que la zona másinteresante, es la que va desde la mitad hasta la frontera con Angola. Esa zona es precisamente donde están todas las dunas y el desierto pegado a la cosa. Lamentablemente nuestra ruta nos obligaba a desviarnos a mitad de camino, y menos mal, porque con los 4×4 de juguete que nos alquilaron, tampoco podríamos haber seguido. Así que por desgracia nos quedaríamos un recuerdo un poco descafeinado.

De repente, a pie de pista vimos un cartel con las letras medio borradas. No sabíamos muy bien qué era, pero unos 300 metros después, encontramos los restos de una plataforma petrolífera. Estaba tumbada, quemada y totalmente corroída por el mar y la humedad costera. A estas alturas del blog, si habéis leído hasta aquí, tendréis claro que lo primero que hicimos fue parar los coches e investigar un poco.

El estado era tan lamentable que ni se nos ocurrió poner un pie dentro, aunque fuera nuestra primera intención.

En la parte trasera de la plataforma, la que no se ve desde pista, las huellas eran mucho más frecuentes y grandes. Parecían caminos que se cruzaban una y otra vez entre sí, que no llevaban a ninguna parte. Estuvimos un buen rato grabando con el trípode y la cámara, pero con un ojo pendientes de los animales que nos quisieran hacer alguna visita. Volvimos al coche sin ningún primer plano del felino o la hiena y con todas las partes del cuerpo enteras.

Alguien en la sala que sepa a que animal pueden pertenecer estas huellas? Nos quedamos con las ganas de saber que nos estaba espiando mientras hacíamos las fotos
Las dunas y el mar se encuentran en la mitad del parque y caminan juntos hasta la frontera con Angola. 

El Dr. Livingstone supongo…

Como estaba siendo habitual, no teníamos distancia exacta hasta donde está el poblado Himba. Tampoco donde podríamos encontrar la siguiente gasolinera, y esto era más grave porque los depósitos empezaban a ir justos. Estábamos en medio de la absoluta nada… 

En un cruce de pistas, encontramos algo parecido a un puesto de reparación de neumáticos. Curioso y bien localizado, porque las últimas 3 horas conduciendo no habíamos visto nada ni a nadie. Aunque sea solamente para preguntar, se garantizan que todos los coches van a parar.

Así hicimos nosotros, paramos para preguntar cuánto faltaba para la próxima gasolinera: Un lodge, a 25 km tenía un surtidor, así que un día más habíamos librado. Un día nos vamos a quedar tirados de verdad…

Mientras preguntábamos por la gasolinera, se acercó un chico de unos 15 años e intentó vendernos las castañas con nuestro nombre. Como ya teníamos, se me ocurrió una idea mejor y le pregunté si quería ropa. Abrí mi bolsa y le ofrecí un bañador de flores y dos camisetas. Aparte de estar super contento con la ropa, me decía que quería comer manzanas!!! Ya quisiera yo poder comer una manzana con el calor que hacía y el agua caliente que llevábamos…

Gasolineras Namibias con horario de oficina…

El lodge es un oasis en el medio de toda la región árida. Localizado al pie de una montaña con enormes pedruscos. Lo más verde que hemos visto desde salimos de España es el césped que tienen en la entrada del recinto. Muchas de lasgrandes piedras que rodean el lodge están grabadas con pinturas rupestres. Y como curiosidad, la totalidad de los huéspedes que nos hemos encontrado son italianos.

Tuvimos la suerte de que el lodge estaba a tan sólo 4 minutos de la zona con pinturas rupestres que queríamos visitar. Así que después de comer y echar gasolina, entramos en el recinto de la exposición. Dejamos nuestros datos personales una vez más y disfrutamos de las pinturas así como de la charla del guía.

Como pintado en un cuadro, aparece un lodge en medio de ninguna parte, al abrigo de una montaña de piedras.
Restos de la casa donde vivió el Dr.Livingston durante su estancia en la zona.

Dentro del parque rupestre, nos encontramos con una agradable sorpresa. Las ruinas de la casa donde vivió el gran explorador David Livingstone durante su estancia por esta zona. El guía nos fue explicando el porqué de las figuras, cómo las hacían y con que finalidad. Curioso el motivo de que se encuentren animales marinos como focas, ballenas opelícanos. Los hombres viajaban durante aproximadamente 6 meses hasta el mar, y al volver pintaban lo que habían visto. Se cree que para contárselo al resto de personas y enseñar a los más pequeños de los poblados.

Es increíble tener delante estas pinturas rupestres e imaginar como serían y como vivirían las personas que las pintaron

El regreso de las Bermudas de flores

Teníamos algunas dudas acerca de que pista tomar para seguir hacia Kamanjab, nuestro punto final de la jornada. Así que volvimos al cruce donde estaba el puesto de reparación de ruedas para preguntar y salir de dudas. Quedaba claro que el dueño había escogido la ubicación perfecta para un negocio. Nosotros habíamos parado dos veces en el mismo día.

Cuando llevábamos más o menos media hora conduciendo, a lo lejos vimos algo. Era una mancha naranja que rompía con el entorno cromático del lugar. No estábamos muy cerca pero teníamos claro que era un elemento extraño y muy llamativo. Según nos acercábamos, la figura se hacía más nítida, y yo no podía creer lo que estaba viendo. Le grite a Jorge: Para!! Para el coche !!. Allí estaban a un lado del arcén, unas bermudas de flores algo familiares, era el chico al que se las había regalado y las llevaba puestas!!! 

Casualidades del destino o no, nos estaba señalando hacia un cartel que anunciaba el bosque petrificado, justo lo último que nos quedaba por ver en el día.

¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Cómo había hecho 30km más rápido que nosotros?  Nunca lo sabremos…

Después de todo lo que había pasado, la foto para el recuerdo era más que obligada.

Un caseto de cuatro troncos y varias maderas no parecía una entrada oficial de un parque, pero ya que estábamos allí subimos a ver los restos de árboles fosilizados. El guía, un hombre con los pantalones llenos de polvo y unos zapatos en los que se le salían los dedos por fuera nos acompañó durante la ruta. El hombre nos iba hablando, suponemos que explicando cosas, pero lógicamente no entendíamos nada. Me hubiera gustado poder preguntarle por su vida, sus antepasados, tradiciones, etc … pero no teníamos manera de comunicarnos.

Como los coches se quedaban bastante lejos, decidimos organizar turnos para quedarnos supervisando. No nos preocupaban los Namibios, más bien descartar la posibilidad de que cualquier otro coche que pasara por la zona, parara y “se tomaran prestadas algunas cosas”. Durante mi turno de supervisión, intenté mantener una conversación con el chico de las bermudas, pero era imposible, lo único que sabía decir en ingles era hola y manzanas. 

Un árbol caído y fosilizado. Parecen un montón de piedras sin mayor interés, pero al acercarse se pueden distinguir hasta los anillos del tronco.
No nos cansamos de ver estas puestas de Sol rojas, son espectaculares

Al acabar la ruta por el bosque petrificado le dimos 60$N al hombre que puso cara de sorpresa como si fuera la primera vez que alguien le daba dinero. Igual nadie le da ni las gracias, pero nosotros pensamos que era lo mínimo que podíamos hacer. Nos despedimos de él, y de nuestro amigo de las bermudas que nos hizo señas para preguntar si lo podíamos acercar suponemos que a su casa o su zona. Lamentablemente no podíamos hacer 30km hacia atrás para luego volver a nuestro camino, se estaba haciendo de noche y aún nos quedaban mínimo un par de horas de ruta

Un infierno nocturno

De camino a Kamanjab, encontramos siete u ocho bosques petrificados más, todos igual de piratas que el nuestro amigo. Cuando llegamos al oficial, ya eran más de las 5 de la tarde, y estaba cerrado, así que por lo menos pudimos disfrutar de alguno, aunque no fuera el oficial.

La pista era un auténtico infierno con todas las letras. Cientos de baches, badenes, riachuelos secos, cruces, piedras, etc hacen dura y cansada la conducción. Teniendo que ir corrigiendo todo el tiempo el volante, sorteando sorpresas y apurando la marcha porque los mini 4×4 que teníamos no dejaban de ser coches convencionales y en algunas partes nos habría hecho falta la tracción permanente que “nos habían estafado”. Si a eso le sumamos que era de noche y podía aparecer un animal en cualquier momento, la cosa no podía ser peor.

Llegamos a Kamanjab super cansados. Las indicaciones que teníamos a partir de ahí no eran lo suficientemente claras y en cada cruce dudábamos de hacia seguir. Entramos en una carretera asfaltada pero poco después volvimos a una pista llena de baches y más polvo. Así durante media hora, brujuleando y dando vueltas sin mucho rumbo hasta que encontramos una valla que nos cortaba el paso. Cuando nos acercamos comprobamos que delimitaba el recinto de nuestro alojamiento, al fin lo habíamos encontrado.

Llegamos al Kaoko Bush Lodge muy tarde. Hicimos el check-in y vimos las habitaciones. Otra noche durmiendo en una cama!!!. Nos pegamos una buena cena a base de parrillada de carne de cebra, kudu, oryx, etc  que no estaba nada mal, y después de eso nos fuimos a dormir.

Mañana visitamos a los Himbas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio