A las siete y media en punto, estábamos todos esperando para subir en un camión 4×4 de enormes proporciones con un remolque lleno de mochilas y maletas. Las personas que escogieron pasar una noche en las orillas del río llevaban su equipaje. Por el contrario, a los que hemos optado por volver en el mismo día, nos han entregado una bolsa con algo de comida: 2 sándwiches, 1 trozo de pollo y 1 huevo duro .
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Nos montamos en el camión, escogimos sentarnos repartidos entre la primera y segunda fila, a unos 2 metros y medio del suelo. No fue una buena idea sentarnos tan delante, porque nada más salir a la carretera, el viento y frío nos pegaban de frente. No teníamos forma de taparnos con nada y el frío nos llegaba hasta los huesos. El sufrimiento duró los 35 eternos minutos que tardamos en abandonar la carretera para entrar en una pista de tierra. A partir de ahí, el camión tuvo que ir más despacio y nosotros ganamos en salud.
Al entrar en terreno arenoso, el conductor paró el camión y nos explicó brevemente en que consistiría nuestro viaje hasta llegar a la orilla del río: Un trayecto de aproximadamente una hora y media totalmente off-road, prometía ser movido.
Puedo decir casi sin dudar, que pocas veces me lo he pasado mejor en una excursión como en esta. Atravesamos verdaderas zonas de arena suelta, con el camión enterrando las ruedas hasta casi la mitad, cientos de baches y muchas ramas de árboles molestando a los que íbamos sentados en los asientos laterales, intentando esquivarlas, aunque no siempre con éxito.
El camino hasta el río está repleto de charcas, ciénagas o riachuelos que necesariamente hay que cruzar. En algunos casos por pequeños puentes hechos con troncos que están semi sumergidos en el agua. Pero en los lugares donde ya no existen los puentes…Ahí toca vadear y meter el camión hasta el fondo.
Las zonas a cruzar en el río o grandes charcas, están marcadas con unos postes, que sobresalen unos 30 cm sobre el nivel del agua. Circular entre esos postes es el único camino seguro que tiene el camión para avanzar. En algunos casos los riachuelos llevan poco caudal de agua, pero en otros llegamos a tener que levantar las mochilas y los pies del suelo, porque nos llegaba el agua hasta esa altura.
Finalmente llegamos a la orilla del río, con la mitad de la gente asustada, mareada, deseando llegar cuanto antes, escapando de aquel camino infernal. Por mi parte, yo me hubiera vuelto de nuevo al camping, porque para mí la excursión ya estaba hecha.
En Mokoro por el Okavango
En el río Okavango, las personas que viven en la zona utilizan unas canoas de madera llamadas Mokoro. Están fabricadas de una sola pieza, talladas a partir de un tipo de árbol específico, ya que la madera es más manejable y a su vez liviana para una mejor flotabilidad.
Los mokoro están llenos de paja y hierbas en su interior. Esta combinación, hace el viaje más cómodo y a la vez tiene un efecto de absorción, en el caso más que probable de que entre agua dentro. Aunque en un principio no den esa impresión, y parezca que se van a dar vuelta en cualquier momento, son muy estables.
Nos repartimos todos por parejas. Uno sentado delante y otro un detrás, mientras el dueño del Mokoro va de pie al final, manejando la canoa con una vara al mas puro estilo gondolero de Venecia. El paseo por el río es sumamente relajante. Unicamente el sonido de las barcas en el agua y los hombres que de vez en cuando se ríe o hablan entre ellos, rompen el silencio.
Atravesamos una zona llena de juncos y nenúfares, donde apenas teníamos medio metro de profundidad. El chico que nos guiaba era bastante callado y no decía prácticamente nada, pero se compensaba con lo que hablaba el que iba guiando otro mokoro a nuestro lado. Repetía, o intentaba, todo lo que nosotros hablábamos, cantaba sus canciones tradicionales, se reía y contestaba a todo lo que le preguntábamos con el famoso Hakuna – Matata.
Entre risas y bromas con los chicos de los mokoros llegamos a una gran zona de juncos donde apenas podíamos ver que había delante. Nada más atravesarla nos encontramos con la orilla de la isla. Al levantarme me di cuenta de que nuestra barca tenía una vía de agua digna del mismísimo Titanic. Ni los juncos ni hierbas pudieron evitar que me mojara el pantalón y lo que llevaba por debajo. En ese momento, comprendí porque en nuestra barca había media botella de plástico en la parte trasera. Era el dispositivo homologado para achicar el agua.
Expedición por la isla
Bajamos de los Mokoro con ganas de comer, pensando en descansar un rato debajo un gran árbol, pero los dos guías nos dijeron que todavía nos quedan más de dos horas de ruta a pie antes de parar a comer. ¿Cómo?! Nos dicen que no hablemos en un tono de voz alto, que vayamos siempre en fila y que es posible que veamos animales pero no nos prometen nada.
Nos pusimos a caminar con un guía delante y otros dos cerrando el grupo. Cuando apenas llevábamos unos metros, nos paramos delante de un gran excremento. Según el guía más experto, es de hipopótamo hembra. Nos lo cuenta mientras lo coge y despedaza con los dedos como si fuera un cacho de tierra seca. Dice que sabe que es de hembra, porque los machos, después de defecar, frotan su cuerpo contra el suelo y lo esparcen todo como si tuvieran un grifo (explicación textual) .Es su forma de marcar territorio.
La siguiente hora y media nos la pasamos caminando por los alrededores del río, viendo algunos hipopótamos dentro del agua. También unas cuantas cebras pastando en una llanura cercana. Volvimos a la orilla totalmente exhaustos y sedientos. Aunque llevábamos agua, la poca que nos quedaba estaba hirviendo.
Devoramos nuestros sándwich de queso recalentado al Sol e intentamos digerirlo con agua a 35 grados, una mezcla un poco explosiva. Entre todos compartimos algo de nuestra comida con el pobre Jorge, porque su comida salió volando durante el viaje en camión. También les ofrecimos a los guías otra parte, así que con el menú para seis, comimos nueve.
La vida alrededor del Río
El camino de vuelta por el río fue de lo más tranquilo. Después de comer, con el Sol a nuestra espalda, una suave brisa. Fue un viaje de algo mas de media hora sumamente tranquilo y agradable.
Hemos podido observar como el río es el principal y único nexo de unión entre los poblados y las gentes que viven en el entorno. No tenemos ni idea del número de poblados que puede haber. Nos gustaría preguntar, pero la comunicación entre nosotros y ellos es prácticamente imposible. Vemos que las personas se mueven entre pueblos en mokoro, pescan, trabajan y en definitiva, su vida gira en torno al Okavango.
Agárrate si puedes
Llegamos al camión los primeros, y con la experiencia del viaje de ida, elegimos sentarnos en la parte trasera, lo que fue nuevamente otro error. El conductor parecía tener prisa por llegar a casa, así que volvimos muchísimo más rápido que por la mañana. Conduciendo sin importar ni respetar baches, bancos de arena, ríos o charcas. Hubo momentos de verdadero riesgo, con baches que nos hicieron saltar completamente del asiento y curvas imposibles de trazar con un vehículo de semejantes medidas. Incluso para mí que me gusta este tipo de conducción off-road, el riesgo, etc … Creo que no eran velocidades adecuadas por las condiciones de la pista.
Tan emocionado iba el conductor, que en el río de más profundidad, metió el camión por donde no debía. Como consecuencia, al motor le entró más agua de la que podía soportar. Tuvimos que parar durante un rato a pleno Sol, esperando que se evaporara para poder arrancar y seguir el camino.
Finalmente llegamos al camping completamente machacados de tanto bache y deshidratados. Repusimos fuerzas en el bar, mientras esperábamos al hombre que nos iba a alquilar el 4×4 para el día siguiente.
Cuando nos enseñó el coche que nos iba a alquilar, nos lo podíamos creer…. Un Toyota Land Cruiser equipado al completo!!!. Tenía hasta una nevera gigante en el maletero, dos depósitos de gasolina, varios jerrycan para llevar mas gasolina en el techo e incluso una tienda de campaña, y todo por sólo 1200 pulas -120 Euros
El coche estaba totalmente asegurado y la única condición era devolvérselo en el mismo día por la tarde y dejar las llaves en la recepción del camping.