Con la sospecha de que algo había pasado por la noche, abrimos la cremallera de la tienda sin saber que nos íbamos a encontrar. Algo así como cuando te vendan los ojos, y de repente descubres dónde estás. Como decía antes, nos preparábamos para cualquier cosa, pero sin lugar a dudas la realidad era infinitamente peor.

Descubrimos con sorpresa que nuestra parcela no era la última del camping, sino más bien la primera del río!.  A escasos 2 metros de donde montamos las tiendas empezaban los juncos, zona donde ya llega el agua. Lo raro es que ninguno acabara con el pie mojado mientras organizábamos el campamento.

Durmiendo a ciegas

 Así que con razón sentíamos tan cerca los hipopótamos por la noche, tanto que se habían paseado alrededor de las tiendas, dejando huellas, pisadas y marcas. Estábamos durmiendo en su casa sin su permiso!!. Menos mal que nadie tuvo que salir al baño en mitad de la noche…

Las vistas no podían ser mejores, pero la situación nocturna fue bastante movida. Los hipopótamos habían hecho su ruta nocturna mientras dormíamos.

Para tener una visión más completa del río con su entorno, el camping tiene unas torretas de madera, desde donde se puede ver lo espectacular que es esta parte del Okavango. Preparamos las cosas y con las sillas que ya había allí, desayunamos con unas vistas como no habíamos tenido en ninguna de las mañanas anteriores. 

Las torretas para ver el rio están muy bien conservadas, a pesar de ser bastante altas es fácil subir y son muy estables.
Serían esos los hipopótamos que nos visitaron anoche? 

Gente, fuegos, campos de fútbol

La franja de Caprivi es un tramo de carretera de casi 200 kilómetros completamente rectos, bastante monótonos, llena de señales que avisan de peligro por cruce de elefantes, pero por suerte o desgracia no tuvimos ningún encuentro inesperado. La vegetación es siempre la misma: bosque bajo, maleza y de cuando en vez algún arcén quemado. Esto se debe a que tienen por costumbre plantar pequeños fuegos controlados como sistema de limpieza. Un tanto extraño pero muy utilizado por esta zona por lo que hemos podido comprobar a lo largo de todos estos días.

Los poblados están más alejados de la carretera que los que encontramos de camino a Rundu hace unos días. Si que vemos mucha gente caminando, camionetas repletas de personas, muchísimos campos de fútbol, o el clásico carro de madera tirado por un burro. En muchos casos, aparecen de frente en la carretera, por lo que no queda más remedio que frenar, dejarles pasar para que cada uno siga luego su camino.

Aquí somos el elemento extraño, así que nos tenemos que adaptar, seguir las normas del juego y sobre todo respetar todo lo que tenemos a nuestro alrededor, nos guste más o menos (ya entenderéis esta frase más adelante).

Esta foto vino con sorpresa. El objetivo era la mujer con la mochila en la cabeza. Desde lejos no había visto al niño en la espalda

Decenas de campos de fútbol aparecen a ambos lados de las carreteras.Nos fijamos que algunos dejan los zapatos a los lados de la porteria y juegan descalzos.

Hasta luego Namibia, hola Botswana

Hoy es lo que podría llamarse un día de transición, de viajar tranquilos, sin prisa por llegar porque la distancia es pequeña. Cruzamos la frontera entra Namibia y Botswana con mucha facilidad. Tuvimos que realizar una desinfección de todo el calzado asi como las ruedas del coche. Metimos los zapatos en unos cacharros plásticos mientras un policía mojaba las ruedas con un líquido blanco

Hace algunos años, Botswana sufrió una epidemia de Fiebre Aftosa. Colocaron vallas a lo largo de todo el país para evitar la propagación de la enfermedad. Cuando se empezaban a recuperar, una cepa de Ántrax volvió a sembrar el pánico entre la población, la economía, llegando incluso a reducir la población de leones en los parques. Por ese motivo, los límites de las regiones internas, están separados por unas vallas metálicas. Las entradas y salidas son vigiladas por funcionarios, que obligan a todo el mundo a desinfectar el calzado y las ruedas de los vehículos antes de poder continuar.

Uno de los varios puntos de control sanitario que tuvimos que pasar.

Llegamos al camping a una hora bastante temprana comparado con otros días. Aparcamos los coches y lo primero que preguntamos fue a que distancia estaba el río de nuestra parcela. Habíamos tenido suerte la noche anterior, pero jugársela dos veces con los hipopótamos no estaba dentro de nuestros objetivos.

Por primera vez en varios días teníamos la tarde libre. Con la recomendación de la gente del camping, aprovechamos para hacer una visita a un poblado Botswano original. Lo que parecía super interesante, resultó ser un mini pueblo espectáculo para los turistas. Tras recorrer varios kilómetros de pistas con algunos pequeños poblados esparcidos por la zona, llegamos al recinto en el cual ya estaban a punto de marcharse todos a casa.

La cosa no empezaba bien. Mientras un chico muy bien vestido, con un reloj de oro bastante grande, nos daba la bienvenida, el resto de personas se ponían de nuevo los trajes y disfraces para proceder con nuestra visita. Me estaba dando vergüenza y pena a partes iguales. Por un lado quería marcharme, salir de lo que parecía un pueblo teatrillo. Por otro, quería pensar que estaba colaborando de manera indirecta en la economía de esas personas y no pagándole el reloj de oro al que cobraba las entradas.

De lo más destacado el balafón tradicional hecho con calabazas, que bien sonaba !!!!

El hombre del reloj era el guía, suponemos que también el dueño. Nos fue explicando durante toda la visita las distintas maneras de moler el grano, cómo se las ingeniaban para proteger a los animales domésticos de los depredadores, donde dormían o como cazaban. Incluso en un momento de la visita, un hombre vestido de santero nos hizo un baile de buena suerte. Si durante toda la estancia me daba bastante vergüenza ver como las personas se cambiaban de ropa apresuradas, para actuar cuando llegáramos a otra parte del pueblo, con el baile del santero fue mucho peor todavía. Una pena todo…

Es muy interesante conocer como vivían, cómo se alimentaban e incluso como solucionaban los problemas cotidianos más sencillos, sin apenas recursos. Estoy casi seguro, que en la mayoría de poblados que nos encontramos a ambos lados de las pistas, sigan utilizando los mismos métodos. Lamentablemente, no es lo mismo que vayamos a un pueblo, lo vayan explicando y contando, a que lo escenifiquen con un espectáculo para sólo seis personas..

Trampa para ratones y roedores. Por lo que vemos, el sistema del palo y la cuerda es internacional.
El supuesto chamán del poblado realizó un baile para darnos buena suerte en nuestro viaje….

¡Más madera, más madera!

Tras el show del poblado, de camino de Vuelta al camping nos encontramos con un par de niños. Volvían a su casa después de llenar una garrafa de agua bastante turbia. Paramos el coche a su lado, les preguntamos como se llamaban y regalamos unas camisetas. También les dimos un bote de comida. Se fueron muy contentos con las camisetas y la comida.

Este hombre se estaba dando un chapuzón en el río cercano a nuestro camping. Por las señales de tráfico, en temporadas de sequía una pista debe atravesar el río.

Esta vez nuestra parcela no tiene rio, ni juncos ni sorpresas aparentes. Es una zona de hierba bien cuidada, tiene unos servicios con ducha bastante originales: Totalmente abiertos, por lo que mientras te duchas, lo mismo puedes ver unos pájaros en un árbol como si se diera el caso, aparecer por encima del muro la trompa de un elefante buscando agua. Las calderas, situadas entre la zona de acampada, son utilizadas para calentar el agua que después podemos utilizar para ducharnos. A media tarde, un trabajador del camping las enciende con unos troncos y un chorro de aceite; que el fuego mantenga el agua caliente hasta la noche eso ya es responsabilidad nuestra.

La zona de camping estaba realmente bien, de las mejor cuidadas hasta el momento.
Ducharse con agua caliente tiene su precio, estar pendiente de que no se apague el fuego

Pasamos las últimas horas del día, descansando, disfrutando de una puesta de sol tranquila, tomando algo en la terraza del lodge, escribiendo unas postales y en definitiva relajándonos. A pesar de estar de vacaciones, a veces siento que el programa es tan extenso, que no somos conscientes de dónde estamos ni lo valoramos como se merece.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio