Día 30

28/8/09

Nuestro último día en San Francisco y de viaje.

A primera hora de la mañana dejamos en la oficina de alquiler los dos coches, nuestros compañeros de viaje desde N.Y se quedan en la otra punta del país, se han portado muy bien, no han dado ningún problema en todo el camino.

Después nos pasamos por la oficina del metro para comprar los bonos de transporte público, unos bonos que más tarde nos dimos cuenta de que nadie utiliza ni enseña al subir al autobús ( hemos vuelto a pecar de guiris ).

En un autobús donde éramos los únicos blancos, visitamos el barrio de La Misión, donde se encuentra la iglesia de Misión Dolores, y lo que dicen que es la cuna de la ciudad de San Francisco, porque los primeros Españoles que llegaron a esas tierras y fundaron la ciudad se establecieron en esa zona.


Entramos a visitar la iglesia y el cementerio, no sin antes tener yo unas palabras con al señora que estaba en la puerta cobrando la entrada; para la gente de excursiones organizadas tiene un precio, y para los que a ella le da la gana otro; así que le dije de muy buenas maneras : Sólo tengo 3 $….. ( lo cual era totalmente cierto ) por descontado que entré je,je.

Nos volvimos a montar en autobús que nos acercó hasta el ayuntamiento y la biblioteca. Curioso el caso del edificio principal de la ciudad, donde algún representante legal oficia las bodas civiles en el medio del recibidor. Así que allí estaban, los invitados a la boda, los novios de la boda siguiente con su invitados también, y nosotros sacando fotos con nuestras mochilas. El hombre que casa, saca una hoja de la libreta pregunta por los novios, se pone delante de ellos le suelta tres frases y listo !!!

Nos montamos en tranvía para ir hasta las Catedrales de Grace, que es una imitación de Notre Dame y Sta María, esta mucho más moderna, grande y singular.

El viaje en tranvía es divertido y curioso. Si uno se monta dentro o va sentado en los asientos no difiere mucho de un autobús o similar, salvo por el hombre que se encarga de tocar la campana y frenar el tranvía cuando le toque. Pero si uno elige ir de pie y agarrado a las barras laterales es toda una experiencia.


Las calles tienen unas cuestas grandes, pero aún así no se aprecian tanto hasta que se va en el tranvía y la fuerza de gravedad realiza su trabajo. Hay que ir haciendo fuerza porque por momentos vas prácticamente en una posición cercana a los 45 grados con el asfalto. Y si a todo eso le sumamos que en algunas calles más estrechas los tranvías se cruzan ( los que suben con los que bajan) hay tan poco espacio entre ambos, que uno se roza con la persona que va en el otro tranvía, o incluso con los espejos retrovisores de los coches que están aparcados.

Es muy complicado poder hacer una fotografía que muestre al completo el desnivel que tienen las calles de San Francisco.


A media tarde, y siguiendo las sugerencias de Javi, volvimos a montar en el divertido tranvía para ir hasta los jardines de Lombard Street, que son esos míticos jardines que salen en las fotos de la ciudad desde hace años. Resulta que ya hace años, a una persona, o grupo de personas se les ocurrió la idea de salvar el desnivel de la clásica calle empinada e insulsa, por otra llena de curvas y jardines alrededor. El resultado no les pudo salir mejor: una de las calles más famosas de San Francisco.

Lombard Street


Y después de la visita a Lombard Street, otra de las más esperadas de todo el mes : El bar de Jazz. Habíamos cambiado la visita musical de Chicago por este bar de Jazz en San Francisco.

Después de varios traslados en tranvía, y autobús, llegamos a la calle por donde se llegaba al bar. Una calle llena de vida, con tiendas, restaurantes, terrazas, bares, etc. Después de pasear y esperar otra vez por los compradores compulsivos, llegamos a la dirección indicada por Cristian, pero estaba cerado a cal y canto !!!! Tan cerrado que tenía unos plafones de madera en lo que había sido en su día la puerta y no tenía ni cartel ni nada….

Y con la misma Tamara ya no era la única con la que meternos por el «caso Planetario», ahora también tenemos al pobre Cristian y su bar de Jazz…

Después de eso, entramos en uno de los muchos locales que se encuentran en esa calle, para tomarnos la última cerveza, o coca-cola del viaje. Después de la jarra y la «despedida oficial», nos volvimos al albergue en tranvía. Y como dice el refrán: Este mundo es un pañuelo.


En una de las paradas en las que estábamos esperando al tranvía para montarnos, de repente vemos una sobra que varias personas que se nos acerca y nos dicen: Hola !!! Eran las mismas chicas de Bilbao que nos habíamos encontrado en Moab !!! Nos estuvieron contando lo bien que se lo pasaron en Las Vegas, que las invitaron a unas fiestas y bla,bla,bla, bla… Ahí quedó completamente confirmado que nuestro plan de viaje, era totalmente diferente al suyo.

Cuando llegamos al albergue cenamos, metimos todo en la mochila como pudimos y esperamos hasta las 2:00 por los taxis que habíamos pedido para que nos llevasen al aeropuerto.

Todo lo bueno se acaba….nos volvemos a casa.

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